MANDARINA COLEÓPTERA
Edificio de oficinas energéticamente autosuficiente, Abanilla
Junto a la ladera sur de la escarpada Sierra de Abanilla se extiende una cuidada finca de mandarinas ecológicas cuya superficie, a primera vista, se estima enorme. Sin embargo no alcanza la producción necesaria poder ejercer un mínimo de influencia en el mercado. La Política Agraria Común (conocida como la PAC) demanda tamaños aún mayores para sus actores. Por eso, junto a otras explotaciones del entorno, constituyeron una cooperativa con la que alcanzar el umbral necesario; y necesitaban una sede. Una sede administrativa, donde organizarse, y representativa, para visibilizarse.
Nuestra propuesta se desarrolla como intersección de dos estrategias: habitar el propio huerto e incorporar un visor de las explotaciones. Unas oficinas domésticas que se insertan en el trazado hacia un mirador paisajístico. En un borde de la finca arrancará un itinerario en pendiente que conducirá hasta una pequeña plataforma desde la que se dispondrá de una vista de 360º del entorno; por medio atravesaremos las oficinas, cuando ya hemos conseguido adentrarnos lo suficiente en el gran huerto. Las vistas desde el mirador son de gran alcance: todo el valle sobre el que se extienden los infinitos mandarinos, las sierras que lo circundan, el pueblo de Abanilla, las aves que cruzan el cielo, el atardecer,.. Las vistas desde las oficinas son de corto alcance: la floración, el desarrollo de los frutos, el trabajo de los insectos, las gotas de lluvia,…
En la ejecución se ha intentado, cuanto la economía ha permitido, mantenerse en los parámetros propios de la bioconstrucción. Una estructura de madera que se reduce a un pórtico central en el que convergen dos crujías, también de madera, y con pendiente para la recogida de aguas. Un muro estructural perimetral de termoarcilla que se perfora para establecer las pequeñas relaciones con el huerto, insertando carpinterías variadas, también de madera. El forjado sanitario de hormigón que se acaba con un pulido de la capa de compresión en los interiores y un desbastado en la zona central para formar pendientes hacia una versión actualizada de impluvium. El muro se enfoscará interiormente y por fuera se añadirá un aislamiento térmico y una envolvente metálica para generar una elemental fachada ventilada. Las instalaciones se proyectan completamente autónomas (off grid), con un sistema integral para el agua: recogida, acumulación, potabilización, depuración; una captación solar en una nave próxima para la energía eléctrica; y un sistema de climatización del aire de doble flujo por pozo canadiense.
Pero más allá de sostenibilidades tranquilizadoras el proyecto pretende insertar la arquitectura en los ciclos de la vida, ofrecer una plataforma de interacción con el ecosistema propio de una actividad primaria que desarrolla unas prácticas agrarias, culturales y técnicas, respetuosas con el medio ambiente y que a su vez se inserta en un contexto más amplio y complejo. Y de las muchas historias que se cruzan nos gusta en particular una en la que esta pequeña arquitectura pudiera ser un gran dispositivo de atracción, de una determinada artropofauna que es capaz de cubrir la necesidad de protección de las mandarinas de plagas indeseables.
Fotografías © David Frutos Ruiz